segunda-feira, 22 de novembro de 2010

Exitosos golpes contra las Farc urgen complementos socio-económicos

Análisis del conflicto colombiano
Publicado en la Revista Semana de Bogotá-Colombia, el 21 de noviembre de 2010
Las recientes operaciones aeroterrestres de las Fuerzas Militares contra los campamentos del Bloque Sur de las Farc en Putumayo y Caquetá, sumadas a exitosos golpes de Colombia contra el grupo terrorista, corroboran una vez más, que la coordinación de inteligencia técnica, análisis de documentos, bombardeos de alta precisión y desembarcos sorpresivos de comandos terrestres integrantes de las Fuerzas Especiales, articulan el salto cualitativo y la diferencia cuantitativa a favor del Estado.
Del triunfalismo desmesurado de las Farc, derivado de la debilidad de carácter del entonces presidente Pastrana y la marcada laxitud del alto mando militar de la época que permitió el desalojo de un batallón de la zona de distensión, cuando inclusive la revista Time osó asegurar que Colombia estaba ad portas de la balcanización; el centro de gravedad de las operaciones de contraterrorismo, estableció como epicentro del Plan Patriota, la que hasta la fecha, las Farc creían inexpugnable retaguardia estratégica.
Con paciencia, profesionalismo y avanzadas técnicas de inteligencia militar, las Fuerzas Armadas de Colombia infiltraron los anillos de seguridad de los bloques Oriental y Sur de las Farc, e iniciaron a causarles una seguidilla de golpes tácticos de connotaciones estratégicas, que hoy además de ubicar en primer plano a las instituciones armadas colombianas en operaciones de guerra asimétrica, devolvieron la fe a los colombianos en que se puede invertir con seguridad y en que el Ejército Nacional y las demás Fuerzas Armadas que lo apoyan, no cesarán en golpear a los terroristas hasta conducirlos a la rendición, igual que sucedió con el M-19, el Epl y la Corriente de Renovación Socialista del Eln.
Pero, como lo hemos escrito muchas veces, la victoria militar per se no basta. Ejemplo clásico la Operación Anorí que en 1973 liquidó al primer Eln, pero por miopía estratégica y falta de carácter del entonces presidente Alfonso López Michelsen, los remanentes del grupo terrorista orientado por teólogos de la liberación, resucitó de las cenizas.
Igual puede suceder con las Farc. A las bajas en combate de Reyes, Jojoy, Acacio, Rincón, Mariana, Patamala, la pilosa, Danilo, la mujer de Trinidad, etc; eventualmente se pueden sumar las de Fabián Ramírez, Catatumbo, Cano, Gómez o cualquier otro terrorista de importancia dentro de las Farc, pero estas operaciones perderán el valor político-estratégico, si el gobierno nacional no estructura una estrategia integral de consolidación, con medidas sólidas de cooperación civil-militar, educación, inversión socioeconómica en zonas apartadas y aclimatación a nivel nacional de una cultura de paz, tolerancia y convivencia sin apasionamientos violentos.
Es indudable que las Farc están en crisis de mando y dirección. Cano y los demás cabecillas no han podido articular una línea de acción armada consistente que impida la acción sorpresiva y contundente de las precisas incursiones aeroterrestres sorpresivas de los últimos dos años. Por ende, el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas deben explotar el éxito estratégico alcanzado y complementarlo con intensas campañas de propaganda y guerra sicológica, tendientes a la desmovilización masiva de los terroristas de bajo nivel.
En la práctica, las Farc están aferradas a la última tabla de salvación que les queda: buscan la legitimación política y el estatus de beligerancia apadrinados por el Foro de Sao Paulo, y a ello le apuestan escudados en la etapa de hipocresía mutua entre Santos Correa y Chávez, así como la esperanza que la terrorista brasileña Dilma Rousseff, obediente a los planes de Lula desde Unasur, les ayude en el empeño.
Por esa razón, las Fuerzas Militares no pueden reducir la ofensiva táctica y estratégica contra todas las estructuras de dirección farianas, pero también es necesario que los embajadores, cónsules y la propia ministra de Relaciones Exteriores salgan de la consuetudinaria mediocridad de este tipo de funcionarios acostumbrados a vivir de honores y prebendas, para que presenten ante el mundo la realidad de quienes son las Farc y cuál es el arcaico proyecto político que persiguen con el apoyo de los gobiernos del hemisferio, lacayos de la dictadura cubana. Y claro que todo el gabinete ministerial trabaje en bloque para desarrollar una estrategia socio-económica de consolidación de la paz.
En síntesis, es necesario ganar la guerra para conquistar la paz, pero también es el momento estratégico oportuno para que por primera vez, la dirigencia política entienda que la solución al problema no es solo el empleo de la fuerza militar asediada por tirios y troyanos de la política, sino que quienes deben avocar las respuesta integrales, son quienes ostentan el poder civil y hoy heredan en los cargos a quienes generaron este desorden y este drama para el país.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
www.luisvillamarin.com
Obras del coronel Luis Alberto Villamarín Pulido